EL PARTIDO DEL PUEBLO
Carlos Cordero
En México sólo existe un partido: el de la oligarquía (terratenientes, dueños de bancos, empresas monopólicas, oligopólicas y transnacionales). Aunque anteriormente estaban representados por el Partido Acción Nacional, hoy tienen a su disposición al PRI, PRD, Verde Ecologista, Convergencia por la Democracia, Partido Social Demócrata y todos los demás que cobran en el Instituto Federal Electoral (IFE). Y ello lo consiguieron imponiendo la democracia del dinero y la corrupción, la cual es una farsa para engañar al pueblo y mantenerlo sometido y explotado, situación que también se da de manera generalizada en América Latina y Europa. Es por eso que las instituciones fundamentales de la República (poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial) están a su servicio exclusivo y en detrimento de la mayor parte de la sociedad, creando graves desigualdades sociales y originando crisis financieras y económicas cíclicas donde únicamente el pueblo pierde mientras ellos ganan.
Por lo anterior es que el pueblo (micros, pequeños y medianos propietarios y empresarios, agropecuarios e industriales; trabajadores, cooperativistas, estudiantes y excluidos del sistema) tiene que crear su propio partido a efecto de que pueda defenderse de la brutal agresión económica y política de que es objeto. Y ese partido debe tener independencia económica -no recibir presupuesto público- para no ser cooptado por la corruptocracia política que hoy mantiene secuestradas las instituciones públicas y cuyos integrantes son lacayos del gran capital.
Ese es el propósito de convocar a la creación del Partido Humanista de México cuyo fin inmediato es unir al pueblo para llevar adelante el rescate y saneamiento de las instituciones públicas; desarrollar el potencial humano de las personas; otorgar la libertad económica y política a la mayoría; quebrar la democracia del dinero y la corrupción –impuesta por la oligarquía transnacional y aborigen-; separar la Iglesia del Estado; instaurar el Estado laico; reponer la educación obligatoria, gratuita, laica, lógica y científica; filtrar el acceso al servicio público para que solamente ciudadanos de alta formación humana y de cualquier condición social puedan desempeñar esos cargos; conceder la libertad de consumo; y todas los demás que la propia dinámica de este movimiento social vayan generando. Por eso invito a quienes desean un cambio de verdad, que estoy seguro constituyen mayoría, a que se unan a este proyecto de y para el pueblo. Este es un partido para todos y, de manera especial, para los jóvenes que aman la libertad y la justicia.
Los estudiantes de Ciencias Políticas de todas las universidades del país tienen aquí la oportunidad de contribuir al cambio pacífico e inteligente. Esta es su hora de participar en la verdadera transformación de la República.